lunes, 27 de abril de 2020

GUÍA DE LENGUAJE CORRESPONDIENTE A LA SEMANA 3. FASE 2. (27 AL 30 DE ABRIL)


Unidad 4. Actuemos
Semana 3
Contenido 1. El diálogo en textos dramáticos. Uso de la raya o guion largo y de los signos de interrogación y exclamación en textos dramáticos.
Producciones. Lectura de textos haciendo la correcta entonación. Creación de textos utilizando correctamente los signos de exclamación e interrogación.
Orientaciones. Las actividades de esta semana están orientadas a que conozcas y comprenda el uso de los signos de interrogación y admiración para escribir diálogos teatrales y el uso en la vida cotidiana.
A. Inicio.
Actividad 1. Lee detenidamente el texto que se presenta de Las aventuras de Tom Sawyer.
A continuación, haz lo siguiente:
• Completa los espacios en blanco marcados con un __, con los signos de exclamación e interrogación que correspondan, según el sentido de las oraciones.
• Coloca el guion largo que indica la intervención de cada personaje, donde creas correspondiente.

B. Desarrollo
Actividad 2. Lee el fragmento de Simbad el Marino que se presenta y luego resuelve un ejercicio de escritura.

                                                  Simbad el Marino
                                                         Fragmento

Hace muchos, muchísimos años, en la ciudad de Bagdad vivía un joven llamado Omar. Era muy pobre y, para ganarse la vida, se veía obligado a transportar pesados fardos, por lo que se le conocía como Omar, el Cargador. “Ah, ¡pobre de mí! —se lamentaba—, qué triste suerte la mía!” Quiso el destino que sus quejas fueran oídas por el dueño de una hermosa casa, el cual ordenó a un criado que hiciera entrar al joven.
A través de maravillosos patios llenos de flores, Omar el Cargador fue conducido hasta una sala de grandes dimensiones. En la sala estaba dispuesta una mesa llena de las más exóticas viandas y los más deliciosos vinos. En torno a ella había sentadas varias personas, entre las que destacaba un anciano, que habló de la siguiente manera: —Me llamo Simbad el Marino.
No creas que mi vida ha sido fácil. Para que lo comprendas, te voy a contar mis aventuras... Aunque mi padre me dejó al morir una fortuna considerable, fue tanto lo que derroché que, al fin, me vi pobre y miserable. Entonces vendí lo poco que me quedaba y me embarqué con unos mercaderes. Navegamos durante semanas, hasta llegar a una isla. Al bajar a tierra el suelo tembló de repente y salimos todos proyectados: en realidad, la isla era una enorme ballena. Como no pude subir hasta el barco, me dejé arrastrar por las corrientes, agarrado a una tabla, hasta llegar a una playa plagada de palmeras. Una vez en tierra firme, tomé el primer barco que zarpó de vuelta a Bagdad... Llegado a este punto, Simbad el Marino interrumpió su relato. Le dio al muchacho cien monedas de oro y le rogó que volviera al día siguiente. Así lo hizo Omar y el anciano prosiguió con sus andanzas... —Volví a zarpar. Un día que habíamos desembarcado, me quedé dormido y, cuando desperté, el barco se había marchado sin mí. Llegué hasta un profundo valle sembrado de diamantes. Llené un saco con todos los que pude coger, me até un trozo de carne a la espalda y aguardé hasta que un águila me eligió como alimento para llevar a su nido, sacándome así de aquel lugar.
Terminado el relato, Simbad el Marino volvió a darle al joven cien monedas de oro, con el ruego de que volviera al día siguiente... —Hubiera podido quedarme en Bagdad disfrutando de la fortuna conseguida, pero me aburría y volví a embarcarme. Todo fue bien hasta que nos sorprendió una gran tormenta y el barco naufragó. Fuimos arrojados a una isla habitada por unos enanos terribles, que nos cogieron prisioneros.
Los enanos nos condujeron hasta un gigante que tenía un solo ojo y que comía carne humana. Al llegar la noche, aprovechando la oscuridad, le clavamos una estaca ardiente en su único ojo y escapamos de aquel espantoso lugar. De vuelta a Bagdad, el aburrimiento volvió a hacer presa de mí. Pero esto te lo contaré mañana... Y con estas palabras, Simbad el Marino entregó al joven cien piezas de oro. —Inicié un nuevo viaje, pero por obra del destino mi barco volvió a naufragar.

Esta vez fuimos a dar a una isla llena de antropófagos. Me ofrecieron a la hija del rey, con quien me casé, pero al poco tiempo esta murió. Había una costumbre en el reino: que el marido debía ser enterrado con la esposa. Por suerte, en el último momento, logré escaparme y regresé a Bagdad cargado de joyas... Y así, día tras día, Simbad el Marino fue narrando las fantásticas aventuras de sus viajes, tras lo cual ofrecía siempre cien monedas de oro a Omar el Cargador.
De este modo, el muchacho supo cómo el afán de aventura de Simbad el Marino le había llevado muchas veces a enriquecerse, para luego perder de nuevo su fortuna.
                                                                       Anónimo
                                                                                                                              
Después de la lectura, resuelve en tu cuaderno:
• ¿De qué trata el texto? Explica.
• ¿Cómo identificaste las participaciones de los personajes?
• ¿Qué pasaría si el texto no tuviera signos de puntuación, interrogación y admiración?
• Reescribe el texto en forma te texto teatral, con sus respectivos diálogos. Recuerda hacer uso del guion largo y las acotaciones.
Consulta a tu docente sobre las actividades que estás resolviendo si tienes dudas.

C. Cierre
Actividad 3.
Escribe una situación de la vida cotidiana en formato de texto teatral.
Piensa en una conversación divertida o impresionante, llena de dramatismo que hayas escuchado o tenido.
• Usa adecuadamente los signos de admiración, interrogación y el guion largo.
• Haz buen uso de los signos de puntuación y las mayúsculas.
• Comparte el texto con tus compañeras, compañeros y docente por medio de redes sociales o al reanudar las clases.


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