Unidad 4. Actuemos
Semana 3
Contenido 1. El
diálogo en textos dramáticos. Uso de la raya o guion largo y de los signos de
interrogación y exclamación en textos dramáticos.
Producciones.
Lectura de textos haciendo la correcta entonación. Creación de textos
utilizando correctamente los signos de exclamación e interrogación.
Orientaciones.
Las actividades de esta semana están orientadas a que conozcas y comprenda el
uso de los signos de interrogación y admiración para escribir diálogos
teatrales y el uso en la vida cotidiana.
A. Inicio.
Actividad 1. Lee
detenidamente el texto que se presenta de Las aventuras de Tom Sawyer.
A continuación, haz lo siguiente:
• Completa los espacios en blanco marcados con un __, con
los signos de exclamación e interrogación que correspondan, según el sentido de
las oraciones.
• Coloca el guion largo que indica la intervención de cada
personaje, donde creas correspondiente.
B. Desarrollo
Actividad 2. Lee
el fragmento de Simbad el Marino que se presenta y luego resuelve un ejercicio
de escritura.
Simbad el Marino
Fragmento
Hace muchos, muchísimos años, en la ciudad de Bagdad vivía
un joven llamado Omar. Era muy pobre y, para ganarse la vida, se veía obligado
a transportar pesados fardos, por lo que se le conocía como Omar, el Cargador.
“Ah, ¡pobre de mí! —se lamentaba—, qué triste suerte la mía!” Quiso el destino
que sus quejas fueran oídas por el dueño de una hermosa casa, el cual ordenó a
un criado que hiciera entrar al joven.
A través de maravillosos patios llenos de flores, Omar el
Cargador fue conducido hasta una sala de grandes dimensiones. En la sala estaba
dispuesta una mesa llena de las más exóticas viandas y los más deliciosos
vinos. En torno a ella había sentadas varias personas, entre las que destacaba
un anciano, que habló de la siguiente manera: —Me llamo Simbad el Marino.
No creas que mi vida ha sido fácil. Para que lo comprendas,
te voy a contar mis aventuras... Aunque mi padre me dejó al morir una fortuna
considerable, fue tanto lo que derroché que, al fin, me vi pobre y miserable.
Entonces vendí lo poco que me quedaba y me embarqué con unos mercaderes.
Navegamos durante semanas, hasta llegar a una isla. Al bajar a tierra el suelo
tembló de repente y salimos todos proyectados: en realidad, la isla era una
enorme ballena. Como no pude subir hasta el barco, me dejé arrastrar por las
corrientes, agarrado a una tabla, hasta llegar a una playa plagada de palmeras.
Una vez en tierra firme, tomé el primer barco que zarpó de vuelta a Bagdad...
Llegado a este punto, Simbad el Marino interrumpió su relato. Le dio al
muchacho cien monedas de oro y le rogó que volviera al día siguiente. Así lo
hizo Omar y el anciano prosiguió con sus andanzas... —Volví a zarpar. Un día
que habíamos desembarcado, me quedé dormido y, cuando desperté, el barco se
había marchado sin mí. Llegué hasta un profundo valle sembrado de diamantes.
Llené un saco con todos los que pude coger, me até un trozo de carne a la
espalda y aguardé hasta que un águila me eligió como alimento para llevar a su
nido, sacándome así de aquel lugar.
Terminado el relato, Simbad el Marino volvió a darle al
joven cien monedas de oro, con el ruego de que volviera al día siguiente...
—Hubiera podido quedarme en Bagdad disfrutando de la fortuna conseguida, pero
me aburría y volví a embarcarme. Todo fue bien hasta que nos sorprendió una
gran tormenta y el barco naufragó. Fuimos arrojados a una isla habitada por
unos enanos terribles, que nos cogieron prisioneros.
Los enanos nos condujeron hasta un gigante que tenía un solo
ojo y que comía carne humana. Al llegar la noche, aprovechando la oscuridad, le
clavamos una estaca ardiente en su único ojo y escapamos de aquel espantoso
lugar. De vuelta a Bagdad, el aburrimiento volvió a hacer presa de mí. Pero
esto te lo contaré mañana... Y con estas palabras, Simbad el Marino entregó al
joven cien piezas de oro. —Inicié un nuevo viaje, pero por obra del destino mi
barco volvió a naufragar.
Esta vez fuimos a dar a una isla llena de antropófagos. Me
ofrecieron a la hija del rey, con quien me casé, pero al poco tiempo esta murió.
Había una costumbre en el reino: que el marido debía ser enterrado con la
esposa. Por suerte, en el último momento, logré escaparme y regresé a Bagdad
cargado de joyas... Y así, día tras día, Simbad el Marino fue narrando las
fantásticas aventuras de sus viajes, tras lo cual ofrecía siempre cien monedas
de oro a Omar el Cargador.
De este modo, el muchacho supo cómo el afán de aventura de
Simbad el Marino le había llevado muchas veces a enriquecerse, para luego
perder de nuevo su fortuna.
Anónimo
Después de la
lectura, resuelve en tu cuaderno:
• ¿De qué trata el texto? Explica.
• ¿Cómo identificaste las participaciones de los personajes?
• ¿Qué pasaría si el texto no tuviera signos de puntuación,
interrogación y admiración?
• Reescribe el texto en forma te texto teatral, con sus
respectivos diálogos. Recuerda hacer uso del guion largo y las acotaciones.
Consulta a tu docente sobre las actividades que estás
resolviendo si tienes dudas.
C. Cierre
Actividad 3.
Escribe una situación de la vida cotidiana en formato de
texto teatral.
Piensa en una conversación divertida o impresionante, llena
de dramatismo que hayas escuchado o tenido.
• Usa adecuadamente los signos de admiración, interrogación
y el guion largo.
• Haz buen uso de los signos de puntuación y las mayúsculas.
• Comparte el texto con tus compañeras, compañeros y docente
por medio de redes sociales o al reanudar las clases.
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